Un equipo de científicos ha descubierto dos proteínas que son clave en el comportamiento de las células madre de la piel, cuya alteración puede ser determinante y favorecer la aparición de tumores.
El hallazgo, que han logrado científicos del Centro de Investigación del Cáncer (un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Universidad de Salamanca) puede ayudar en el desarrollo de nuevas terapias antitumorales, y las conclusiones de este trabajo se han publicado en la revista Oncogene.
La piel representa una barrera física que protege a las personas del ambiente exterior, además de ser un órgano con gran importancia para mantener diferentes parámetros fisiológicos como la temperatura corporal, ha destacado el CSIC en una nota de prensa difundida hoy.
Pero debido a su exposición continua al medio ambiente, tiene que ser regenerada continuamente para mantener su función, por lo que cada persona reemplaza completamente toda su piel en un periodo inferior a las dos semanas.
Para mantener este proceso, en la piel existen unas células madre que están encargadas de producir todos los componentes celulares de la piel, como las glándulas sebáceas o el pelo, pero las alteraciones de la función de estas células madre pueden dar lugar a problemas en el mantenimiento de la integridad de la piel cuando funcionan mal o a la formación de tumores cuando comienzan a proliferar de forma descontrolada.
Así, los investigadores han destacado que el conocimiento preciso de los procesos biológicos que determinan el número, el mantenimiento y la función adecuada de las células madre de la piel tiene mucha importancia, tanto desde el punto de vista de la investigación básica como para el desarrollo de nuevas terapias.
Utilizando ratones modificados genéticamente en donde se podían activar o inactivar genes específicos, los investigadores han descubierto que dos proteínas (Vav2 y Vav3) son clave para asegurar que esas células madre alcancen números suficientes en la piel y también para que funcionen de forma adecuada.
Durante sus experimentos comprobaron que cuando estas dos proteínas se eliminaban se producían menores números de células madre y que además no funcionaban de forma adecuada.
Esto daba lugar a procesos de regeneración de la piel defectuosos tras sufrir heridas o tras la depilación; y por el contrario, cuando estas moléculas se activaban de forma crónica se producía un aumento de la población de células madre en la piel y los procesos de regeneración de la piel eran mucho más rápidos.
“La forma activada de estas proteínas se comporta como un crece-pelos natural, dando lugar a una mayor formación de pelo cuando se induce la regeneración de la piel en estos ratones; y también cicatrizan sus heridas más rápidamente”, ha indicado el investigador Francisco Lorenzo-Martín.
Sin embargo, cuando se generaban tumores, estas células madre activadas inducían unas características más malignas.
“Esto no es una desventaja sino una ventaja: el estudio de este proceso nos ha permitido desarrollar nuevas firmas diagnósticas que predicen la evolución de los pacientes de cáncer de piel y, al mismo tiempo, encontrar nuevas vías para inactivar estas funciones malignas de las células madre”, según el investigador Xosé Bustelo.
El análisis de las células madre normales y tumorales a través de microchips para desentrañar los cambios que se producían permitió a los investigadores conocer cuáles eran los mecanismos regulados por esas dos proteínas y que están asociados a esas funciones fisiológicas y malignas.
Los resultados también han mostrado que la inhibición de esas proteínas podría ser de interés en este proceso, algo que los científicos están investigando ahora a través del desarrollo de compuestos químicos capaces de inhibir de forma específica su función, ha precisado Bustelo, y ha observado que esta parte del trabajo todavía requiere de investigación adicional tanto a nivel de modelos experimentales como en humanos.
Estas investigaciones han contado con el respaldo económico de la asociación Worldwide Cancer Research, la Asociación Española contra el Cáncer, la Fundación La Caixa, la Agencia Estatal de Investigación y la Consejería de Educación de Castilla y León.